Un jardín en la Sierra de Madrid

Date
2023-2026
Location
Madrid (España)
Type
Residential
Trees
70
Area
5.000 m²
Status
Obra
Este jardín en la Sierra de Madrid se ha concebido desde la sinceridad y el respeto por la montaña. Inspirados en la filosofía de John Ruskin, hemos trabajado materiales locales adaptándonos en todo momento al entorno. El diseño plantea un gradiente de intervención: un entorno cercano a la casa con mayor contenido estético y un gradiente hacia el paisaje natural, donde el jardín se funde con la sierra.
La filosofía de John Ruskin, que defendía la verdad de los materiales y la sinceridad frente a la naturaleza, ha sido un punto de referencia en este proyecto. Ruskin entendía la belleza como el resultado de trabajar con lo que ya existe, sin disfraces ni ornamentos innecesarios. Desde esa mirada hemos querido abordar el diseño de este jardín de montaña: no imponiendo formas ajenas al lugar, sino buscando la belleza de lo que ya estaba presente en la ladera.
La casa, concebida como una arquitectura alpina adaptada al terreno, se asienta en una ladera con vistas abiertas al valle. Esa integración del edificio en distintos niveles nos permitió imaginar un jardín igualmente adaptado a las curvas de nivel. Durante el proceso de obra se ha hecho un seguimiento exhaustivo de todos los árboles y especies existentes, cuidando que las máquinas respetaran al máximo la vegetación y que la topografía apenas se alterase.
Para contener el terreno y generar diferentes zonas de estar diseñamos un sistema de contenciones de madera, sin recurrir a hormigón ni cementos. Las piezas se disponen en abanico, generando dinamismo y movimiento visual, y permitiendo al mismo tiempo que el agua fluya libremente ladera abajo. En las plantaciones seguimos el patrón del ecosistema de la sierra: Cistus ladanifer, Quercus ilex, Juniperus communis, Retama sphaerocarpa, Thymus vulgaris y otras especies locales que garantizan adaptación y coherencia con el paisaje.
Otro de los ejes fundamentales del proyecto es cómo se plantea el jardín en el tiempo. En el entorno inmediato de la vivienda, los accesos, la piscina y las zonas de estancia, hemos diseñado espacios con una componente más ornamental, donde la plantación y el mantenimiento tienen mayor presencia estética. Sin embargo, conforme nos alejamos de la casa, la intensidad de la intervención se degrada progresivamente hasta fundirse con el paisaje natural de la sierra. Este gradiente no es casual, sino parte del diseño: se busca que el mantenimiento se ajuste a cada zona, desde un cuidado más regular en el núcleo habitado, hasta una atención mínima en las áreas más lejanas, donde se permitirá que el ecosistema evolucione de manera espontánea.
De esta manera, el jardín no termina en una frontera nítida, sino que se diluye poco a poco en la montaña. No se trata de controlar cada rincón de la parcela, sino de dejar que aparezcan nuevas especies, que los animales atraviesen libremente las zonas más salvajes, y que el propio ecosistema marque su ritmo de evolución. El plan de mantenimiento contempla esta lógica: en los márgenes no se eliminarán las hierbas o plantas esporádicas, sino que se gestionarán de forma ligera, solo lo necesario para sostener el espacio en el tiempo. Así, el jardín se convierte en una transición viva entre la casa y el paisaje, un espacio que no impone, sino que acompaña, y que con los años ganará en naturalidad y carácter.

SOBRE JOHN RUSKIN
John Ruskin (1819-1900) fue uno de los grandes pensadores del siglo XIX, crítico de arte, escritor y reformador social. En obras como The Seven Lamps of Architecture o The Stones of Venice defendió una idea que hoy sigue siendo inspiradora: la verdad de los materiales. Para Ruskin, la belleza no surge del artificio ni del disfraz, sino del respeto por la naturaleza de cada material, de la sinceridad con la que se emplea y de la relación honesta con el entorno donde se construye.
En nuestro proyecto en la Sierra de Madrid hemos querido trasladar esta mirada. Hemos trabajado con los materiales propios del lugar —granito en diferentes granulometrías, madera dispuesta en abanico para acompañar las curvas de nivel— y hemos evitado soluciones artificiales como contenciones de hormigón o plásticos bajo los pavimentos. El objetivo no ha sido añadir ornamentos innecesarios, sino descubrir la belleza de lo que ya estaba presente en la montaña, adaptando el jardín a la topografía, respetando los árboles existentes y manteniendo el carácter del lugar.
Desde la mirada del paisajista, entendemos que proyectar no es imponer, sino dialogar con lo que la naturaleza ofrece. Esa búsqueda de una belleza sincera, sin florituras, es donde sentimos más vivo el legado de Ruskin aplicado al paisaje.