Un jardín en la Ribera Sacra

El principal reto de este proyecto fue diseñar un jardín que respetara y potenciara el entorno rural y productivo, al mismo tiempo que ofreciera todos los espacios necesarios para el diseño de un jardín ornamental. La finca no solo debía mantener su capacidad productiva, sino que también debía ampliarse con nuevas parcelas vitícolas, integrando la producción de uva dentro del diseño del jardín. Todo ello en un contexto marcado por las empinadas pendientes de las laderas del río Miño, características de la viticultura heroica de la Ribeira Sacra.

El diseño se centró en compatibilizar la actividad agrícola con el uso residencial, organizando el espacio mediante un sistema de vías de comunicación verticales y horizontales. Estas conexiones facilitan el acceso del personal agrícola y el transporte de la uva, sin interferir con las zonas dedicadas al uso familiar y social de la vivienda. Se optó por una estrategia de diseño basada en el uso de técnicas constructivas tradicionales que dialogaran de manera armónica con el paisaje agrícola. Este enfoque permitió mantener una coherencia visual y funcional entre el jardín, la vivienda rehabilitada y los bancales de cultivo.
 

El jardín combina elementos ornamentales y funcionales, generando una sinergia entre estética y producción. De este modo se pensó en 3 tipologías de espacios. Existen áreas dedicadas exclusivamente al programa paisajístico, otras específicamente diseñadas para la producción vitícola, y zonas mixtas que integran ambas funciones. La vid, protagonista indiscutible del paisaje agrícola, mantiene su papel en la producción, pero en este caso también se incorpora como un elemento ornamental clave en el diseño, coexistiendo con especies ornamentales seleccionadas cuidadosamente para garantizar una integración armónica y coherente con el entorno.

Desde el principio, la premisa fundamental fue el respeto absoluto por la topografía natural de la parcela. En lugar de imponer grandes movimientos de tierra que alteraran el paisaje original, se optó por utilizar técnicas constructivas tradicionales, las mismas que durante siglos se han usado para levantar los bancales de cultivo en las laderas escarpadas de la Ribeira Sacra. Estas técnicas nos permitieron generar conexiones peatonales y diferentes espacios a distintas alturas, integrando de forma natural el jardín con el entorno.
 

El programa del jardín se estructuró en distintas áreas que se adaptan a la topografía existente. Una de las zonas más destacadas es la piscina, situada en uno de los taludes más grandes de la parcela, donde se aprovechó la pendiente natural para crear un espacio más funcional. Se inclinó en el diseñó una zona de conciertos y reuniones en la que las terrazas agrícolas existentes se convirtieron en gradas naturales para los espectadores, integrando así el jardín con su uso social y cultural.

Se crearon distintos espacios de estar distribuidos por las diferentes zonas de cultivo. El recorrido a través del jardín conecta los diferentes espacios y a la vez permite una experiencia única que combina el uso agrícola con el disfrute estético. Estas conexiones peatonales son clave en este proyecto ya que facilitan el tránsito de los operarios encargados de la producción vitícola y permiten a los visitantes y residentes disfrutar del jardín como si fuera un recorrido orgánico entre la naturaleza y la agricultura.

LA RIBERA SACRA: HISTORIA Y PAISAJE

La Ribeira Sacra es una región de impresionante belleza. Su nombre, Ribeira Sacra, evoca una relación espiritual, reflejando la presencia histórica de monasterios y ermitas que desde la Edad Media se han asentado en sus laderas, buscando la paz y la contemplación en un entorno que invita al recogimiento. Estos monasterios, muchos de ellos románicos, forman parte del patrimonio cultural de la zona y son testigos de una tradición religiosa y monacal que dejó una huella imborrable en el paisaje y en la vida de sus habitantes.

Más allá de su valor espiritual, la Ribeira Sacra es conocida por su viticultura heroica, una forma de cultivo de la vid que desafía las pronunciadas pendientes de los cañones del Sil y el Miño. Desde hace siglos, los viticultores locales han esculpido terrazas en las laderas para poder plantar viñedos, creando un paisaje único, donde el esfuerzo humano y la naturaleza se entrelazan de manera armoniosa. Este trabajo heroico ha dado lugar a algunos de los vinos más singulares de Galicia, con la Denominación de Origen Ribeira Sacra siendo un símbolo de calidad y tradición.